viernes, 21 de agosto de 2009

Socialismo: Ni en Papel Sirve

Por Roberto Chahín

En Honduras, así como en el resto de América Latina, existe una lucha entre los que promueven el socialismo y los que pelean en su contra. Aunque muchas de estas luchas son intensas y físicas, el verdadero conflicto es uno de ideas. Detrás de cada pancarta y lema pintado en una pared hay una persona tratando de expresar su filosofía de vida. Lo que la autodenominada “resistencia” en Honduras expresa con una elocuencia emocional y poco razonada es que para ellos el socialismo que el ex-presidente Zelaya traería a su regreso mesiánico es la utopía esperada.

Los pseudointelectuales detrás de la idea de resucitar esta filosofía fracasada fallan no tanto en su secuencia lógica, si no que en su punto de partida. Ellos han construido una estructura ideológica basada en conceptos que ellos consideran verdades a priori, pero en realidad no son mas que dogmas que ellos toman como artículos de fe incuestionables. Estas premisas son las que debemos rebatir ya que no son mas que una evasión de la realidad.

El concepto socialista de que el miembro mas capaz de una sociedad esta obligado a trabajar para el bien del mas necesitado es la culminación lógica del error de tomar como canon que la vida de cada individuo no tiene valor. Para ello, cada ser humano nace inicuo e incapaz, y vive en un universo malévolo que busca destruirlo con catástrofes constantes. La única forma para que la raza humana sobreviva es que cada individuo trabaje para el bien de todos los de su projimo, y debe de tener fe que todos los demás harán lo mismo y así beneficiarse del altruismo colectivo.

¿Pero es en realidad el ser humano malintencionado y al mismo tiempo indefenso? Para creer esto hay que tener dos premisa básicas: que el deseo humano que lo empuja proteger su vida por sobre todas las cosas es su pecado original, y que la Razón, herramienta básica del ser humano, es incapaz de vencer los retos que le presentan el supuesto universo malévolo. El resultado de estas premisa es la condena del egoísmo y el menosprecio de los logros humanos. Esto toma un tono folclórico en Honduras ya que la reacción automática de los promotores del socialismo al ver el triunfo ajeno es acusar a la persona exitosa de ser explotador, narcotraficante, lavador de activos o de tener padrino político para robarle al estado. Nunca se les cruza por la mente a estos jueces sin cartera que la persona pudo haber logrado su exitosa vida por medio de su capacidad mental, esfuerzo y disciplina que le permitió acumular sus ingresos y así crear riqueza. Es por eso que les parece inmoral que esta persona no reparta su riqueza con los que en realidad no tuvieron la misma capacidad, empuje y autocontrol.

Existen dos consecuencias incongruentes a estas suposiciones. Primero, si el universo es malévolo, la vida moderna debería de estar plagada de catástrofes de tal proporción que la población humana se vería reducida a pequeños grupos. No es casualidad que esto era el estado del mundo antes de la Revolución Industrial. Solo cuando se aplicó la Razón para resolver el problema de como lograr sobrevivir se logra desenmascarar el fantasma del universo depredador y se revela que la supervivencia humana ni le va ni le viene. Gracias a hombres y mujeres que usaron su capacidad mental para lidiar creativamente con su realidad se logra mejorar la producción y crear un ambiente favorable para la vida humana. Como testimonio de esto tenemos la explosión demográfica a raíz de la Revolución Industrial causada por la mayor capacidad de supervivencia. Y no solo sobreviven mas personas con una vida promedio mas larga, sino que mejora la calidad de vida de cada ser humano en la tierra. Pero desde Thomas Malthus hasta Al Gore, los que se aferran a la idea que el universo sigue siendo malévolo han creado el mito que la sobrepoblación será la semilla de las catástrofes futuras, ya sean por congelamiento o calentamiento global, falta de agua o alimentos, o cualquier otro castigo que la “Madre Naturaleza” nos quiera dar por la osadía de querer vivir.

La segunda incongruencia es que al querer repartir los frutos del trabajo de los mas capaces entre los mas necesitados, se rompe la relación de causa y efecto que existe entre el esfuerzo y la recompensa. Si siguiéramos el plan de gobierno de los socialistas, los que necesitan obtendrían recompensas sin esfuerzo y los productores no recibirían la recompensa por su esfuerzo. En otras palabras, los productores serian los sirvientes de los necesitados. Esta esclavitud se justifica en sus mentes porque la producción lograda no es el resultado de el esfuerzo mental. ¿Como es posible, dirían ellos, si la mente es incapaz y la Razón no es suficiente para vencer al cruel universo? Pero solo hay que ver la evidencia de la capacidad de la mente humana para ver lo equivocados que están los que la menosprecian. La evidencia es tan concreta como los edificios de mas de cien pisos, o los aviones que cargan por los aires lo que en tiempos medievales seria la población completa de un pueblo. Así como una fabrica no baja del cielo, sino que es la consecuencia del propósito de los dueños que la han construido gracias al esfuerzo mental, físico y financiero de todos los involucrados en un proceso de beneficio mutuo proporcional, así también no se puede considerar su producción como un bien común para distribuir sus frutos a quienes no se esforzaron en el proceso. La redistribución de la riqueza es la negación de que hay causas para cada efecto, y su relación tampoco se puede reversar. La confiscación de una industria no da la inteligencia para crearla o hacerla producir. Vea como la industria petrolera Venezolana ha reducido su producción desde que el régimen Bolivariano ha ido expropiando los activos de los participantes y suplidores privados de PDVSA.

Los hondureños que añoran un país socialista lo hacen basados en una negación de la realidad. Para muchos de ellos, la atracción es la promesa de recompensas sin esfuerzo. Algunos los seduce mas la idea de vengarse de los supuestos explotadores a quienes acusan de causar su presente desgracia. Y también hay aquellos que simplemente han aceptado que son incapaces de enfrentar la realidad solos y buscan la seguridad del grupo a cambio de su individualidad. Pero cualquiera se la motivación superficial, todos basan su amor del socialismo esencialmente en la evasión de las verdades que implican aceptar que sus vidas son la responsabilidad de cada individuo ya que si tienen la capacidad de lidiar con la realidad de un universo indiferente. Al aceptar que la Razón es la poderosa arma que cada persona posee para lograr la meta básica de sobrevivir, es mas practico buscar soluciones a los problemas de la vida, que depender del supuesto altruismo colectivo.

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