viernes, 11 de septiembre de 2009

Una Teoría Impracticable se Debe Descartar.

Por Roberto Chahin


Recientemente he tenido una discusión repetidamente con varias personas debido a mi artículo anterior. Esta se centra en la idea común que el Socialismo es una teoría elegante que fracasa cuando se enfrenta a las realidades inevitables del Mercado. Yo propongo que es incorrecto admirar a una teoría que es impracticable y concederle a sus promotores el titulo de grandes intelectuales.

Si definimos que una teoría es un conjunto de conceptos que proponen describir la realidad correctamente o una seria de reglas que guían las acciones de los actores racionales para lidiar con la realidad, entonces una teoría forzosamente debe de ser práctica. La realidad es el marco de referencia con el que medimos la validez de lo propuesto. Si la teoría choca con la realidad, la teoría debe de ser reexaminada para determinar en que punto contradice a la realidad. Pretender lo contrario es aceptar una realidad subjetiva creada por los caprichos de quien propone la tesis fracasada, y al mismo tiempo es aseverar que el ser humano es incapaz de conceptuar la realidad.

Por muy absurdo que parezca, muchos mal llamados intelectuales proponen precisamente eso. En la corriente filosófica llamada Pragmatismo, se propone dispensar de los conceptos absolutos y rígidos a cambio de conceptos maleables a la circunstancia inmediata para lograr metas a corto plazo. ¿Por que solo a corto plazo? Porque según ellos, la naturaleza subjetiva de la realidad es inescrutable por la mente humana, y por eso su visión mas allá del momento inmediato es opaca. Esta premisa dogmática de subjetividad inescrutable la heredamos de Platón y su alegoría de la cueva, de las diversas teologías que pretenden cambiar el destino con una oración, de Immanuel Kant y su escepticismo de la capacidad de la razón, de Jean-Paul Satre y su primacía de la conciencia sobre la existencia, de la trilogía cinematográfica de “The Matrix” y de libros como “El Secreto” de Rhonda Byrne.

Cuando los socialistas encuentran que el mercado frustra la meta utópica de la “Justicia Social”, su reacción pragmática es tratar de modificar y regular al Mercado. Al evadir el análisis racional, y usar sus emociones y caprichos como su guiá y fuente de conocimiento, tratan de cambiar la realidad que el ser humano necesita el Mercado.

El Hombre solo puede relacionarse racionalmente con sus semejantes por medio de intercambios de mutuo beneficio, tanto en el área de productos y servicios, como en las relaciones amistosas y hasta románticas. Una relación sostenible entre un empresario y sus clientes, empleados y suplidores requiere que todos los participantes se beneficien satisfactoriamente. Si cualquiera de los actores se ve forzado a perder, la relación fracasará tarde o temprano. La única forma de lograr mantener la relación que racionalmente seria insostenible es la amenaza de violencia de parte de uno de los participantes, o por el Estado. En el Socialismo, el Estado obliga a los actores del Mercado a actuar en contra de su propio beneficio para lograr el “Bien Común”.

Cuando los estados socialistas (o fascistas) tratan de cambiar las reglas del Mercado para así lograr sus utopías, lo único que logran son los Mercados Paralelos. El surgimiento de estos Mercados Negros (en muchos casos hasta con su propio sistema monetario), deja en evidencia que los seres humanos no abandonarán lo que necesitan para sobrevivir ya que su naturaleza y la realidad requiere que las relaciones interpersonales sean racionales, de beneficio mutuo y libres de amenazas y chantajes. No importa si en Alemania Nazi, en Rusia Bolchevique, o en Venezuela Chavista, la realidad de la necesidad humana del intercambio racional en el Mercado es ineludible.

Los pseudointelectuales que siguen promoviendo el Socialismo quieren evadir la realidad como Keanu Reeves evadía las balas en “The Matrix”. La única forma que su tesis funciona es si controlan o destruyen los mercados. Pero esto es imposible ya que espontáneamente surgen los mercados paralelos. Y cuando aun estos no logran llenar las necesidades de las personas, sus sistemas caen como lo hizo la Unión Soviética a finales de los años ochenta. Al no tomar en cuenta esta realidad, la teoría del socialismo es incompleta y por eso fracasa y debe de ser descartada.