viernes, 26 de septiembre de 2008

El Capitalismo y las Oligarquías

Por Roberto Chahín

En Honduras, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, la economía ha sido controlada por pequeños grupos de poder. Estos grupos son los que constantemente ganan los grandes contratos gubernamentales y los que obtienen legislación favorable.

Lo interesante de estos grupos de poder es que no pueden existir sin la venia del Estado. Sin gobernantes y burócratas amigos, muchos de estos “empresarios” no podrían obtener tantos beneficios de la cartera pública. La única ventaja competitiva que ellos tienen es su amistad, y hasta consanguinidad, con los que elaboran las bases de licitación de los contratos y legislan las protecciones de la competencia.

Es por eso indispensable que las Oligarquías empresariales tengan sus contrapartes: las Oligarquías de funcionarios públicos. Estas ultimas se les conocen mas comúnmente en Honduras como las “Argollas” políticas. Estas Argollas trascienden los partidos políticos ya que también dentro de ellas existe una serie de interrelaciones hasta matrimoniales, como en el Medioevo. Algunos líderes de distintos partidos negocian entre ellos para que cuando el poder cambie de manos, el grupo en oposición no pase a la penuria total. Y el vínculo en común son las Oligarquías empresariales de quien ambos dependen para obtener donaciones de campaña a cambio de tratos favorables a la hora de las licitaciones y legislaciones.

¿Pero se le puede llamar a esto Capitalismo?

Los proponentes intelectuales del capitalismo como Adam Smith, Friedrich Hayek, Ayn Rand, Milton Friedman, Ludwig von Mises, y David Ricardo, entre otros dirían que no. El capitalismo es un sistema social donde todos los bienes son propiedad de individuos; y la interacción entre estos individuos, dentro de un estado de derecho, es voluntaria con el objetivo de lucro para todas las partes involucradas. Lo esencial de esta definición es la de interacción voluntaria. Nadie debe, por fuerza física o intimidación, forzar a un individuo a ceder su propiedad a otro. Cuando un individuo puede escoger libremente, con el uso de la razón, la forma en que consumirá para su beneficio los bienes de su propiedad, surge la competencia.

El uso de la razón por parte el consumidor obliga a los productores a competir, esto resulta en una mejor oferta en cuanto a calidad y precio, y así aumenta el bienestar que cada individuo puede obtener a la hora de ceder el dinero en su posesión. En un mercado libre, sin excesivas barreras artificiales de entrada, los productores no podrán, a largo plazo, obtener ganancias no justificables. Esto es lo que la teoría y la práctica de la microeconomía han demostrado.

Pero cuando el Estado interviene en la economía, se crean barreras artificiales de entrada al mercado, beneficiando así a los productores existentes. Estas barreras artificiales incluyen regulaciones para extender permisos de operación, impuestos y barreras no arancelarias al comercio internacional, y en el peor de los casos, la resistencia burocrática. Por medio de estas artimañas que primero prohíben una acción y luego la permiten selectivamente, las Argollas y las Oligarquías conspiran para capturar el mercado y privar al consumidor del derecho de escoger racionalmente de entre los competidores. Esto es Mercantilismo, no Capitalismo.

Esta manipulación de las leyes por las Argollas a favor de las Oligarquías no es una característica de un Estado de Derecho, factor esencial para un sistema capitalista. Sin leyes objetivas que definan las reglas del juego desde un principio, y un sistema judicial eficiente y efectivo que las aplique expeditamente, es muy difícil que una empresa, sin conexiones políticas, logre salir adelante. Ningún empresario de verdad podrá prosperar si no cede a las extorciones que las barreras artificiales imponen.

Nuestros políticos dicen interminablemente que lucharan a favor del “Pueblo” con acciones para quitarle a las Oligarquías el poder y que el Estado tomara las riendas. ¿Pero en realidad se podrá beneficiar al “Pueblo” pasando la concentración del poder económico de las Oligarquías a la Argollas? ¿No es eso solo cambiar un grupo de poder por otro? Probablemente solo se lograría rebalancear el poder entre estas dos pandillas, ya que la una no puede sobrevivir sin la otra.

Hay que recordar que el famoso “Pueblo” es en realidad una colección de individuos, y no un ente propio. Si no permitimos que cada uno de estos individuos use su razón y trabaje para su propio beneficio, sin barreras inventadas, sin amenazas estatales o gremiales, se le estará privando al “Pueblo” de la riqueza generada por la competencia, que permite que ellos reciban mayor bienestar por el mismo dinero. Ya es tiempo de dejar de subestimar y humillar a la gente pobre. Cada individuo, rico y pobre, es capaz de determinar y decidir por si mismo que acciones le beneficiarán mas. El término “humilde” es despreciable, porque asume que la gente pobre es incapaz del orgullo que produce el usar la mente para crear riqueza y mejorar su situación personal.

Los individuos en una sociedad necesitan un Estado que proteja sus derechos con leyes claras y objetivas. Leyes donde los medios son justos y los fines los decide cada persona para que busque su felicidad como mejor le parezca. El estado debe ayudar que cada individuo reciba la justa recompensa que sus esfuerzos y su inteligencia causan.

En cambio, cuando el Todopoderoso Estado decide los fines con un “Plan de País”, los medios se vuelven flexibles e impredecibles. Con leyes flotantes y subjetivas, solo aquellos que el Estado decida proteger podrán sobrevivir. Los que el Estado, controlado por la Argollas, abandone sin privilegios, serán como barcos a la deriva en una tormenta. No importa si los gobernantes de turno son de izquierda o derecha, si el Estado tiene el poder de regular la economía, habrá lugar para escoger favoritos y crear Oligarquías.

jueves, 11 de septiembre de 2008

¿Que es el Capitalismo?

En Ingles: http://www.capitalism.org/tour/index.htm

La Inmoralidad del Estatismo

Un Análisis Filosófico por Roberto Chahín.

Durante las últimas semanas, la retorica de los líderes electos de Honduras se ha ido deslizando aceleradamente hacia el lado del estatismo. El estatismo se define como la tendencia hacia la concentración del poder para lograr alguna meta colectiva. Esta meta puede ser cualquier cosa como la preservación del orgullo patriótico, la preservación del medio ambiente o la lucha por la pureza racial. La meta colectiva, en este caso, la han llamado “Justicia Social”. ¿Pero que es la Justicia Social?

Desgraciadamente, este concepto de Justicia Social es uno de esos términos que se tiran por ahí y por allá, pero que nadie ha definido concretamente. Una definición que se puede deducir por el contexto en el cual se usa esta frase es el deseo de los grupos de presión de redistribuir la riqueza que algunas personas han acumulado. Esto lo justifican porque asumen que la riqueza solo se puede acumular si se le quita a otra persona. Hasta cierto grado, estos grupos de presión asumen que la riqueza que un individuo acumula es a expensas de uno o más individuos, ya que para ellos la riqueza en el mundo es un factor fijo y constante que no se crea.

La verdad es que la riqueza si se crea. La riqueza es el producto de tres factores de producción: el capital, la mano de obra y la tecnología. Y el enlace esencial para estos tres es la creatividad empresarial.

El capital es la colección de recursos físicos y económicos que permiten y facilitan la producción. El capital físico incluye la tierra y plantas de producción. El capital económico es el dinero necesario para llevar acabo las compras iniciales necesarias para producir. Estos elementos tienden a crecer lentamente. En el caso del capital económico su crecimiento es mas bien una respuesta al crecimiento de la producción antes de añadirse a la oferta de capital en la forma de ahorros. El capital físico, como plantas de producción, también crece en respuesta a la demanda, pero su crecimiento es limitado por la disponibilidad del capital económico.

La mano de obra, u oferta laboral, crece en función de la disponibilidad de personas dentro de la población que pude incorporarse a la fuerza laboral. Esto es muy dependiente de la situación demográfica de un país, lo cual cambia lentamente.

La tecnología la podemos definir como el factor del ingenio humano que se refleja en los inventos y nuevos avances derivados de la ingeniería, la creatividad empresarial, y la razón aplicada a resolver algún problema.

La tecnología, así definida, es la que permite integrar los otros factores de producción de formas innovadoras y crear el valor agregado. Es esta la que ayuda acelerar la creación de la riqueza. Sin los conocimientos, los procedimientos y el espíritu emprendedor, la riqueza probablemente no existiría. Al no existir la tecnología, aun estaríamos viviendo como cavernícolas. Los elementos físicos que son necesarios para construir un automóvil o un rascacielos ya existían en la tierra en los tiempos de los pintores rupestres. La diferencia entre la sociedad humana de hoy y la de los prehistóricos son todas esas ideas e innovaciones como las que transforman una piedra de ferrosa a un acero de alta tensión.

¿Y esas ideas de donde vienen? ¿Cuales son las causas de esas innovaciones que han llevado a los seres humanos de una vida de subsistencia a una de comodidades como la telefonía móvil? ¿Cuál es el manantial de creatividad que lleva a la creación de una sociedad industrial moderna?
La fuente de la innovación es el uso de la mente por individuos que en un proceso racional integran creativamente los elementos que los rodea en una nueva combinación para poder resolver el problema que se tiene a mano. Este tipo de imaginación solo es posible dentro de la mente de individuos racionales y libres que buscan una recompensa por sus esfuerzos. Estos inventos no surgen por que alguien simplemente los desea caprichosamente y los ordena por decreto. No se puede transformar una pista aérea en un aeropuerto internacional moderno por simples antojos. Con las emociones no se pueden comandar las leyes físicas necesarias para la generación de energía de fuentes alternativas. Y mucho menos se puede forzar una invención al final de un fusil ya que las mentes creativas funcionan cuando buscan recompensas, pero no para evitar un castigo.

Entonces si la causa de la riqueza creada por el valor agregado, por la tecnología inventada, por la integración racional de los elementos naturales existentes es el esfuerzo creativo de algunos pocos individuos en la sociedad; ¿Por qué no tienen ellos derecho a quedarse con valor agregado generado por su creatividad? ¿Es acaso racional divorciar el efecto de su causa?

¿A razón de qué el Estado quiere sacrificar las justas recompensas de estos individuos en el altar de la “Justicia Social”? Un niño es criado en un hogar donde se le recompensa cuando saca buenas notas, y se le fomentan valores de superación. Este niño decide estudiar, en vez de ir con sus amigos a jugar. Pasan los años escolares, y este niño sigue esforzándose disciplinadamente, mientras sus compañeros andan por las calles haciendo las travesuras de acuerdo a sus edades. Algunos de los compañeros adolecentes se convierten prematuramente en padres, gracias a sus decisiones. Otros prefieren la vida criminal. Pero este niño, logra sobresalir en su escuela y sigue sobresaliendo en la universidad. El continúa tomando las decisiones necesarias para lograr su título de ingeniero. Ahora un ingeniero, trabaja y logra el éxito profesional y financiero después de muchos años de esfuerzos y estudios continuos. ¿Sera Justicia Social confiscarle a este ingeniero su riqueza para repartirla entre sus ex compañeros cuyas decisiones los dejaron en la pobreza?

El estatismo se basa en el colectivismo, que es la subyugación de los individuos a favor del servicio del grupo. Para los colectivistas, el grupo es el centro de la realidad y el individuo solo existe como parte de la sociedad, tribu, nación o raza. La identidad de una persona se reduce a la de una fracción de la unidad de realidad: el colectivo. Bajo esta premisa, el sacrificar al individuo, su mente y el producto de la misma para el “bien común” es no solo justificable, si no que es moral.

El colectivista llama a los individuos al sacrificio humano por medio del altruismo. El código moral del altruismo dice que el individuo no tiene derecho a existir si no es para el servicio de los demás y que su auto sacrificio es la máxima expresión de su virtud y valor. Cuando un individuo prefiere no sacrificarse por los demás, es un inmoral a la vista de los colectivistas. Es un avaro y miserable porque no dar a los más necesitados es indecente.

Pero si quedarse con lo que uno se ha ganado con su esfuerzo es indecente; ¿Por qué es moral recibir algo que no se ganado? ¿Es acaso la capacidad creativa de producción el Pecado Original de la Sociedad? ¿Por qué la gente que es capaz de crear riqueza tiene que humillarse ante los que han escogido una vida improductiva?

Los estatistas y colectivistas hablan que sin “Justicia Social” no habrá “Paz Social”. En otras palabras: “O los productores nos ceden la riqueza a los que no producimos, o habrá violencia”. ¿No es esto una extorsión? ¿Es por esto que se asignan los apodos marciales de “Comandante”? ¿Es esta la moralidad del altruismo colectivista del Estado? Por medio del estatismo es que se recogerán los sacrificios de las mentes creativas de nuestra sociedad, quedándose los Sumos Sacerdotes y sus Acólitos con las mejores porciones sin lograr la esperada igualdad de resultados que el colectivo añoraba.

Los individuos con mentes creativas atrapados en una sociedad colectivista tienen tres posibles reacciones a este ambiente hostil. Primero, pueden aceptar la situación y unirse oportunistamente al sistema. Es aquí que surgen los empresarios que se benefician corruptamente del favor de los Sumos Sacerdotes del Culto al Estado. Segundo, pueden aceptar el yugo y seguir produciendo y aceptando el castigo del “pecado” que sus mentes generan. O como termina haciendo la mayoría de ellos, dejan de producir, de invertir y de beneficiar al Todopoderoso Estado. Muchos de ellos simplemente se ponen en huelga y se van del país en busca de tierras donde su creatividad sea mejor apreciada y recompensada.

El estatismo que nuestros gobernantes nos quieren imponer solo puede destruir la potencial riqueza que algunas mentes entre nosotros pueden crear. Ya sea por la huelga empresarial de no invertir, o porque unos empresarios que explotan a otros empresarios con la venia del Estado, la producción no llegara a lo que podría ser en nuestro país. La moralidad del Estado Colectivista se base en la envidia y el miedo que los líderes tienen a las personas que son capaces de crear la riqueza con sus ideas e innovaciones. Si su odio mata la gallina de los huevos de oro, ¿de que vivirán entonces?

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La Corrupción no es el Problema, Solo es un Síntoma

Como una fiebre, la corrupción nos causa incomodidad, dolor e incapacidad para trabajar. Pero como la fiebre, la corrupción es un síntoma de una enfermedad, y no es la enfermedad. Como la fiebre, la corrupción es la parte visible de la dolencia. ¿Pero si la infección es la causa de la fiebre, cual es la causa de la corrupción?

La corrupción es el síntoma de la centralización de las decisiones de la sociedad en el estado. Cuando los políticos concentran las decisiones económicas de la sociedad con la escusa de que ellos tienes las mejores intenciones y la mayor capacidad de decisión, se crean las tentaciones de desviar grandes cantidades de fondos, que no les pertenecen, para su beneficio personal. Esto se conoce dentro de la administración como el problema de agencia. Este sucede cuando quien administra los bienes no es el dueño total de los mismos. En el estado, este problema se magnifica ya que cada funcionario público solo es dueño, como ciudadano del país, de una fracción microscópica de los bienes que administra.

En teoría, los entes contralores del estado se encargan de alinear los intereses de los administradores con los de los dueños de los bienes: los ciudadanos. Pero esto tiene dos precondiciones fallidas: de nuevo, el problema de agencia y la colectivización de los bienes. Como ciudadanos, cada funcionario contralor es dueño de otra fracción mínima de lo que supervisa, lo cual crea la tentación de colusión con los administradores para aumentar su utilidad de los bienes mas allá de lo que le corresponde como ciudadano. Esta situación es agravada por la colectivización de bienes dentro del estado. Cuando todos son de dueños de un bien, nadie se preocupa por el cuidado del mismo. Cada uno de los usuarios espera que el siguiente se preocupe por el cuidado del bien común. Cada uno de los beneficiarios espera que los demás se sacrifiquen por él.

Todos predican el sacrificio y altruismo por el bien común, y este sacrificio es administrado por los funcionarios públicos. ¿Pero para beneficio de quien? Es aquí que la tentación se convierte en corrupción, desviando los proyectos para el “bien común” por medio de compras directas infladas y licitaciones con bases escritas de tal forma que solo la empresa del amigo se las pueda ganar.
Al concentrar las decisiones económicas en el estado, los funcionarios usan su poder de legislación y regulación para crear barreras de entrada artificiales que protejan los monopolios y oligopolios del estado y de los empresarios amigos, de la competencia de otros empresarios que no tienen las conexiones necesaria para vencer la resistencia burocrática. También crea un blanco perfecto para las extorsiones gremiales que logran beneficios que solo les aplican a ellos.

Si estas observaciones son ciertas, entonces la cura para la corrupción es obvia: la reducción de la función del estado en la sociedad. Si la búsqueda del interés propio es inevitable, ¿Por qué concentrar las decisiones importantes de la sociedad en el estado donde son pocos los agentes que realmente deciden, aun en una democracia? ¿No seria mejor dejar de subestimar a los individuos y permitir que cada uno decida como guiar su vida y sus bienes en transacciones de beneficio mutuo con otros individuos?